KALPATARU
EL Árbol de los Deseos
EL Árbol de los Deseos
Justo debajo del chakra cordial (4º chakra Anahata), reside un pequeño loto de ocho petalos, el Anandakanda, el cual encierra el "Árbol Celestial de los Deseos" procedente del Cielo de Indra, el Kalpataru.
Se cree que este árbol mágico, delante del cual tenemos un altar enjoyado, contiene los más íntimos deseos del corazón: no aquellas cosas que creemos necesitar, sino los verdaderos y más íntimos anhelos por los que suspira nuestra alma.
También se cree que al ascender por este árbol, si se liberan auténticamente tales deseos, Kalpataru concede incluso más de lo que anhelábamos, lo que conduce a la libertad (moksa).
Se cree que este árbol mágico, delante del cual tenemos un altar enjoyado, contiene los más íntimos deseos del corazón: no aquellas cosas que creemos necesitar, sino los verdaderos y más íntimos anhelos por los que suspira nuestra alma.
También se cree que al ascender por este árbol, si se liberan auténticamente tales deseos, Kalpataru concede incluso más de lo que anhelábamos, lo que conduce a la libertad (moksa).
MEDITACIÓN
(Nota de advertencia sobre este ejercicio: Cuidado con los deseos que formulas mientras lo realizas, porque podrías verlos realizados)
(Nota de advertencia sobre este ejercicio: Cuidado con los deseos que formulas mientras lo realizas, porque podrías verlos realizados)
Échate confortablemente y dedica unos instantes a tomar fundamento, a centrarte y a relajar tus músculos. Este ejercicio debe realizarse en un ambiente seguro y cómodo.
Respira hondo, inhala..., exhala..., inhala..., exhala...,
Escucha conscientemente los latidos de tu corazón. Atiende a su ritmo.
Imagina cada pulsación cómo envía la sangre a través de todo tu organismo, por medio de la intrincada red de las venas y las arterias.
Imagina cada una de estas sendas por encima del corazón como ramas de un árbol, y las que están por debajo como las raices del árbol, rebosantes de vida.
Siente el recorrido del oxígeno que sale a presión del corazón, que se difunde por tu pecho, tus hombros, desciende a lo largo de tus brazos, hasta las manos, para luego regresar.
Nótalo en tu vientre, tus muslos, tus rodillas, tus piernas y tus pies, subiendo luego de nuevo por tu cuerpo para retornar al centro.
Cada gota de sangre que pasa por el corazón regresa para refrescarse y cargarse nuevamente de aire, de aliento vital.
Tu corazón es un árbol sagrado.
Sus ramas son como los hilos de una túnica de vida que se extiende por todo tu cuerpo y que irradia luego hacia el mundo.
Como la sangre, todo lo que se manifiesta hacia el exterior regresa a uno..., al centro, al núcleo, al foco de la renovación.
El tronco del árbol eres tú: tu núcleo, tu fuero interno, tu ser más íntimo.
Este núcleo echó raíices que han profundizado, que te dan fundamento y que son los caminos por donde recibes el alimento y el agua que te confieren sustancia.
De este núcleo nacen las ramas cuyas hojas no son otra cosa que los deseos de tu corazón.
Ellas recogen el sol y el viento, gracias a los cuales creces.
Esas ramas florecen y dan su fruto, que luego cae al suelo para fecundarlo de nuevo.
Todo lo que se expresa retorna a con el tiempo a su origen.
Delante de este árbol tienes un altar enjoyado.
Deposita una ofrenda en ese altar.
Que sea algo de lo que estés dispuesto a prescindir, como un hábito perjudicial, o algo que quieras dar de ti mism@ , como la creatividad, la lealtad o la capacidad de sanar.
Presenta esa ofrenda simbólica a cambio del cumplimiento de tus deseos.
Respira con tu corazón y siente sus penas y sus alegrias.
Capta los deseos su espíritu, los anhelos, las nostalgias, las urgencias.
No intentes definir esos anelos concretamente; limítate a sentir su esencia.
Deja que esos sentimientos crezcan mientras tú respiras a su ritmo.
Deja que inunden todo tu cuerpo hacia fuera, hacia dentro, saliendo, retornando.
Deja que ese anhelo llene las ramas del árbol.
Cuando el árbol esté saturado de los deseos más profundos de tu corazón, imagina que acude a él un pajaro solitario.
El ave se posa en el centro del árbol, inclina la cabeza a un lado, la inclina al otro, y escucha con gran atención esos afanes y esos deseos íntimos que tú has expresado.
Ten un momento de comunión con ese pájaro que vive dentro de tu corazón.
Mientras lo haces, hacércalo a tu corazón y deja que éste y (no la mente) le confíe sus anhelos al pájaro.
Si acude una imagen concreta a la mente, está bien pero no la busque adrede.
Cuando creas haber terminado, despídete del pájaro con un beso y deja que remonte el vuelo.
Que se vaya en libertad.
Deja que se vaya y no lo pienses más.
Ese pájaro va a llevar tus deseos a las potencias, quienquiera que sean, a fin de que se realicen de la mejor manera posible para todos los interesados.
(Extraido del libro "Nueva guía de los Chakras")
Autora: ANODEA JUDIYH
Respira hondo, inhala..., exhala..., inhala..., exhala...,
Escucha conscientemente los latidos de tu corazón. Atiende a su ritmo.
Imagina cada pulsación cómo envía la sangre a través de todo tu organismo, por medio de la intrincada red de las venas y las arterias.
Imagina cada una de estas sendas por encima del corazón como ramas de un árbol, y las que están por debajo como las raices del árbol, rebosantes de vida.
Siente el recorrido del oxígeno que sale a presión del corazón, que se difunde por tu pecho, tus hombros, desciende a lo largo de tus brazos, hasta las manos, para luego regresar.
Nótalo en tu vientre, tus muslos, tus rodillas, tus piernas y tus pies, subiendo luego de nuevo por tu cuerpo para retornar al centro.
Cada gota de sangre que pasa por el corazón regresa para refrescarse y cargarse nuevamente de aire, de aliento vital.
Tu corazón es un árbol sagrado.
Sus ramas son como los hilos de una túnica de vida que se extiende por todo tu cuerpo y que irradia luego hacia el mundo.
Como la sangre, todo lo que se manifiesta hacia el exterior regresa a uno..., al centro, al núcleo, al foco de la renovación.
El tronco del árbol eres tú: tu núcleo, tu fuero interno, tu ser más íntimo.
Este núcleo echó raíices que han profundizado, que te dan fundamento y que son los caminos por donde recibes el alimento y el agua que te confieren sustancia.
De este núcleo nacen las ramas cuyas hojas no son otra cosa que los deseos de tu corazón.
Ellas recogen el sol y el viento, gracias a los cuales creces.
Esas ramas florecen y dan su fruto, que luego cae al suelo para fecundarlo de nuevo.
Todo lo que se expresa retorna a con el tiempo a su origen.
Delante de este árbol tienes un altar enjoyado.
Deposita una ofrenda en ese altar.
Que sea algo de lo que estés dispuesto a prescindir, como un hábito perjudicial, o algo que quieras dar de ti mism@ , como la creatividad, la lealtad o la capacidad de sanar.
Presenta esa ofrenda simbólica a cambio del cumplimiento de tus deseos.
Respira con tu corazón y siente sus penas y sus alegrias.
Capta los deseos su espíritu, los anhelos, las nostalgias, las urgencias.
No intentes definir esos anelos concretamente; limítate a sentir su esencia.
Deja que esos sentimientos crezcan mientras tú respiras a su ritmo.
Deja que inunden todo tu cuerpo hacia fuera, hacia dentro, saliendo, retornando.
Deja que ese anhelo llene las ramas del árbol.
Cuando el árbol esté saturado de los deseos más profundos de tu corazón, imagina que acude a él un pajaro solitario.
El ave se posa en el centro del árbol, inclina la cabeza a un lado, la inclina al otro, y escucha con gran atención esos afanes y esos deseos íntimos que tú has expresado.
Ten un momento de comunión con ese pájaro que vive dentro de tu corazón.
Mientras lo haces, hacércalo a tu corazón y deja que éste y (no la mente) le confíe sus anhelos al pájaro.
Si acude una imagen concreta a la mente, está bien pero no la busque adrede.
Cuando creas haber terminado, despídete del pájaro con un beso y deja que remonte el vuelo.
Que se vaya en libertad.
Deja que se vaya y no lo pienses más.
Ese pájaro va a llevar tus deseos a las potencias, quienquiera que sean, a fin de que se realicen de la mejor manera posible para todos los interesados.
(Extraido del libro "Nueva guía de los Chakras")
Autora: ANODEA JUDIYH
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