SERMÓN VI
El demon de la sexualidad entra en nuestra alma como una serpiente.
Es como la mitad del alma humana y significa deseo de pensamiento.
El demon de la espiritualidad se sumerge en nuestra alma como el pájaro blanco.
Es la mitad del alma humana y se llama pensamiento de deseo. La serpiente es un alma terrena, semidemoníaca, un espíritu, y unifica los espíritus de los muertos.
Al igual que éstos, revolotea en las cosas de la tierra y origina que nosotros las temamos, o que inciten nuestra concupiscencia.
La serpiente es de naturaleza femenina y busca siempre la comunidad de los muertos que están retenidos en la tierra, aquellos que no hallaron el camino que lleva más allá, a saber: a la soledad.
La serpiente es una puta y tiene amoríos con el diablo y con los malos espíritus, un maligno tirano y espíritu de tortura, siempre seduciendo a la peor comunidad.
El pájaro blanco es un alma semidivina del hombre. Permanece junto a la madre y de vez en cuando se eleva.
El pájaro es masculino y es idea actuante. Es casto y solitario, un mensajero de la madre.
Vuela muy por encima de la tierra. Ordena la soledad. Trae de las lejanías noticias que han sucedido ya, lleva nuestras palabras a la madre. Hace de intercesora, advierte, pero no tiene poder alguno frente a los dioses. Es un recipiente del sol.
La serpiente desciende y paraliza con astucia al demon fálico o lo incita. Eleva las ideas clarividentes de lo terreno, que se originan por todas partes y que con codicia se aspiran por todas partes. La serpiente no quiere, pero debe sernos útil. Libera nuestro encadenamiento y de este modo nos muestra el camino que no hallábamos a partir del ingenio de los hombres.
Los muertos me miraron con desprecio y dijeron: Deja de hablar de dioses, demonios y almas. Todo esto en general lo sabíamos ya desde hace tiempo.
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